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#Evangelio - Es necesario recibir la gracia y dejarnos transformar por ella

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Como es la intención del leccionario de los domingos de Cuaresma, la primera lectura (Éxodo 3, 1-8.10.13-15) y el texto de San Pablo (1 Corintios 10, 1-6.1012) se nos proponen para ambientar en la asamblea la recepción del evangelio. Podemos englobar el mensaje de las dos primeras lecturas en la revelación de Dios liberando y en la necesidad de cada uno de nosotros de recibir la gracia de la liberación para obrar el bien; en este ambiente creado por los textos recibimos el evangelio de la misa de hoy (Lucas 13, 1-9).

El texto del evangelio presenta dos partes, en la primera hay una especie de confrontación entre dos maneras de comprender el desarrollo de la historia de las personas, en la segunda Jesús propone una parábola que recalca la enseñanza de la primera parte.

El episodio del evangelio de este domingo se inicia planteando dos concepciones sobre el presente del ser humano. En la secuencia del relato de Lucas, Jesús viene exponiendo su misión, que no deja de ser revolucionaria: la Escritura se cumple hoy; entonces se presentan algunos tratan de poner en tela de juicio el amor de Dios liberando hoy y para ello refieren el acontecimiento de lo que pudo haber sido una masacre en el recinto del templo: el ejército romano provocó la muerte de unos galileos, de manera que se mezcló su sangre con la de los animales que sacrificaban. La respuesta inmediata de Jesús consiste en recordar una escena similar, una tragedia que terminó cobrándose la vida de otras personas en Jerusalén.

En el fondo, sobre estos dos acontecimientos desafortunados, Jesús deja en evidencia un pensamiento fatalista: la vida de quienes hallaron tan trágico final es consecuencia de una carga de pecados. El Maestro propone estos hechos como una llamada para que, dejando de fijar la atención en el mal de los demás, los oyentes reconozcamos aquí un llamado a tomar consciencia de la responsabilidad personal y a partir de ello emprender un camino de conversión.

Jesús invita a sus discípulos a salir de aquella especie de fatalismo que explica la vida del ser humano más dependiendo del mal que de la misericordia de Dios; este mensaje se hace más evidente en la parábola de la segunda parte. La historia referida tiene su punto crítico en la osada intervención del empleado que controvierte el deseo del propietario, intervención que solo la manifestación de una recomendación, sino la intención de comprometerse eficazmente: «Yo remuevo la tierra y le echo abono».

Se reconoce en esta intervención del empleado de la viña la acción de Jesucristo en favor de los hombres sacándolos de la comodidad y del inmovilismo para brindarles el alimento que los lleva a ser fecundos. En el camino de la Cuaresma hacia la Pascua este texto invita a buscar una relación sincera con Dios no para evitar el castigo por los males, sino porque sin Él no es posible la vida.

 

Hermosa reflexión cuaresmal

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Una familia integrada, unida, en que todos están pendientes unos de otros para ayudarse en las diversas situaciones, es una familia que ayuda en la educación de todos y cada uno; en cambio, una familia desunida, desintegrada, que cada quien camina por su lado, con constantes conflictos, es una familia que, por el contrario entorpece y dificulta el desarrollo de la persona.

Sobre la misión que tiene la familia de educar en los principios de nuestra Iglesia Católica, hay factores que hacen remar contra corriente en este sentido: Desde luego todos los signos de desintegración familiar, de conflictos en la relación; a ello se suma la valoración de lo individual –mis proyectos, mis derechos, mi libertad-; el énfasis en lo material, en el placer; la pérdida o la indiferencia del sentido de Dios; la crisis económica que golpea y aturde. Sin embargo, no es para desalentarnos, no hay familia perfecta, en la que no haya ninguna situación negativa. Todos, en lo individual y familiar, estamos en camino de desarrollo y mejoría.

La decisión de vivir la cuaresma en familia es un apoyo valioso, pues no lleva a hacer un alto en el camino para repensar las decisiones y acciones. Dios no es ajeno a nuestra vida, sino nuestro Creador y Padre; la Iglesia no es la extorsionadora con ideas y prácticas superadas, sino la familia de los hijos de Dios, de los hermanos de Cristo Jesús; la cuaresma no es un tiempo anticuado y fastidioso, de penitencias insulsas ya caducas, sino tiempo de gracia, de revisión y conversión que nos lleva a la fiesta del amor renovado.

Dios hizo buenas todas las cosas, especialmente al ser humano –varón y mujer- los hizo “muy bien”, “a su imagen y semejanza” y a quienes encomendó crecer y multiplicarse, usando sabiamente de todo lo creado; pero Adán y Eva sucumbieron a la tentación, queriendo ser como dioses.

De ahí que nosotros, como todo ser humano, nacemos y vivimos con la inclinación a pecar. Pero Dios no nos abandonó, sino que prometió enviar un Salvador. La Alianza que Dios estableció con Noé, con Abrahám y sobre todo con Moisés, son anuncio de la Alianza que realiza con nosotros por su Hijo Jesucristo, quien para ello murió en la cruz y resucitó, venciendo a la muerte.

¿Qué podemos hacer en familia para vivir la cuaresma? muchas cosas, yo sugiero sólo algunas: 

1) Recuperar el sentido de un Dios que nos ama como Creador y Padre, ante quien hemos de ser agradecidos
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Para ello cultivar constantemente la relación con Dios como Padre Bueno; recitar muchas veces, con confianza, la oración que Jesús nos enseñó, del “Padre nuestro”, disfrutándola, meditándola, practicándola. Cultivar la actitud de ser agradecidos con Dios: por la vida que nos concede, cada día como una novedad, el tener familia, trabajo, el tener amigos, el poder ir saliendo adelante…

2) Recuperar el sentido de nuestros pecados.

Todos hemos pecado, reconocerlo es un signo de valentía y humildad. Pero los reconocemos ante un Dios que es lento para enojarse y generoso para perdonar, clemente y compasivo. Ayuda saber pedir perdón y perdonar en familia, lo cual no nos rebaja sino que nos ennoblece, especialmente a los adultos, así los niños y los adolescentes también aprenden a pedir perdón. Perdonar y pedir perdón en familia, fortalece la cercanía y la confianza, que cada uno se sepa digno y valioso.

3) Atrevernos a cultivar la actitud del hijo pródigo, que se anima a regresar a la casa paterna confiando en que su padre no lo rechazará.

Promover en la relación familiar a darnos tiempo para escucharnos, especialmente escuchar a quien ha vivido una experiencia negativa y dolorosa. También en familia, animarnos y prepararnos a la confesión individual, especialmente en este tiempo de cuaresma.

4) Gozar la fiesta del perdón y del reencuentro que Dios Padre organiza en beneficio nuestro.

El sacramento de la reconciliación es la delicia del perdón que Dios nos regala; la Eucaristía es la fiesta de Cristo Jesús que se ofrece en sacrificio a Dios Padre y en banquete como Pan de vida eterna a nosotros.

Los valores que implican estas actitudes, han de ir siendo cultivados desde la más tierna infancia, con la convicción de que nosotros los hemos experimentado y hemos gozado de sus frutos y ahora anhelamos que los pequeños y los jóvenes los vivan también. Tengamos en cuenta que los hábitos se forman a través de frecuentes conductas. Los buenos hábitos no son sólo fruto de estudio y reflexión, sino sobre todo fruto de obras buenas que se aman, de esta manera se convierten en convicciones que se expresan en los muy variados momentos de la vida, alegres o adversos.

De esta manera la penitencia cuaresmal –incrementando la oración, el ayuno y la limosna- no es la fatiga de algo molesto y cansado, sino el baño saludable que nos regenera en la condición de hijos de Dios. La Cuaresma, así, nos lleva al gozo de la Pascua, para compartir el paso de Cristo: del dolor de la muerte en la Cruz a la alegría de su Resurrección.

Fuente: Catholic.net

PRIMER CONVERSATORIO SOBRE LA FAMILIA

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La Pastoral Familiar desarrollo su primer conversatorio del 2019  con el tema " La familia hoy" ,en la cual abordo temas y preguntas que involucran a padres e hijos en sus ámbitos de formación en casa y en colegios, universidades, y con amigos, todo basado en enseñanzas del Papa Francisco.

ULTIMA SESION DEL CURSO DE APOCALIPSIS

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A lo largo de una año de sesiones donde se estudiaron y aclararon todos los aspectos de los 22 capítulos y 4 visiones contenidas en el libro escrito por San Juan, este curso llego a su fin, con una catequesis sobre el tema, y un pequeño ágape, los 25 estudiantes dieron gracias por lo aprendido.

Intenciones de oración del papa Francisco – marzo de 2019

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La Anunciación de la Santísima Virgen María - 25 de marzo

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Era el propósito divino dar al mundo un Salvador, al pecador una víctima de propiciación, al virtuoso un modelo, a esta doncella -que debía permanecer virgen- un Hijo y al Hijo de Dios una nueva naturaleza humana capaz de sufrir el dolor y la muerte, afín de que El pudiera satisfacer la justicia de Dios por nuestras transgresiones.

El mundo no iba a tener un Salvador hasta que Ella hubiese dado su consentimiento a la propuesta del ángel. Lo dio y he aquí el poder y la eficacia de su Fíat. En ese momento, el misterio de amor y misericordia prometido al género humano miles de años atrás, predicho por tantos profetas, deseado por tantos santos, se realizó sobre la tierra. En ese instante el alma de Jesucristo producida de la nada empezó a gozar de Dios y a conocer todas las cosas, pasadas, presentes y futuras; en ese momento Dios comenzó a tener un adorador infinito y el mundo un mediador omnipotente y, para la realización de este gran misterio, solamente María es acogida para cooperar con su libre consentimiento.

#Noticias - Semana Santa 2019 con el Papa Francisco: programa de las celebraciones

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El 14 de abril, Domingo de Ramos, el Santo Padre presidirá la Misa de la Pasión del Señor y bendecirá las palmas y olivos de los fieles presentes en la Plaza de San Pedro.

Ese día también se celebra la 34° Jornada Mundial de la Juventud a nivel diocesano, bajo el lema “He aquí la sierva del Señor: se cumpla en mi según tu palabra”.

El Evangelio de esta Misa es la narración de la pasión del Señor.

El 18 de abril, Jueves Santo, el Papa presidirá la Santa Misa Crismal en la Basílica de San Pedro desde las 9:30 a.m., acompañado de los cardenales, patriarcas, arzobispos, obispos y sacerdotes presentes en Roma.

En la Misa Crismal se bendice el crisma u óleo que se usará en la administración de los sacramentos y los presbíteros renuevan sus promesas sacerdotales.

Hasta el momento no se ha informado sobre la celebración de la Misa de la Última Cena que incluye el rito del lavado de los pies.

El 19 de abril, Viernes Santo, el Papa presidirá la Celebración de la Pasión del Señor y de la adoración de la Cruz en la Basílica de San Pedro a las 5:00 p.m.

Luego, a las 9:15 p.m., el Santo Padre participará al Vía Crucis en el Coliseo Romano.

El 20 de abril, Sábado Santo, Francisco presidirá la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro a las 8:30 p.m.

El Santo Padre bendecirá el fuego nuevo en el atrio de la basílica. Después de la procesión de entrada con el cirio pascual y el canto del Exsultet, presidirá la liturgia de la Palabra, la liturgia bautismal y la liturgia eucarística, que será concelebrada por diversos cardenales, obispos y sacerdotes.

El 21 de abril, Domingo de Resurrección, el Santo Padre presidirá la Misa en la Basílica de San Pedro a las 10:00 a.m.

Al final de la celebración, impartirá la bendición “Urbi et Orbi” (para la ciudad y el mundo) desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.

Redacción ACI Prensa (21 de marzo de 2019). Semana Santa 2019 con el Papa Francisco: programa de las celebraciones. ACI Prensa. Recuperado de https://www.aciprensa.com/noticias/semana-santa-con-el-papa-francisco-celebraciones-de-semana-santa-2019-91534

PH: Vatican Media 

Eucaristía dominical

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La participación en la Misa dominical es distintivo característico del cristiano y una exigencia para alimentar la propia fe y para dar fuerza al testimonio cristiano. Sin la Misa del domingo y de los demás días festivos, faltaría el corazón mismo de la vida cristiana.  La participación en la Misa dominical es siempre fundamental para vivir la existencia cristiana, y eso vale de modo especial ante los grandes desafíos de hoy.

Cuando el domingo pierde su significado fundamental de “día del Señor” y se transforma en un simple fin de semana, es decir un día de pura evasión y diversión, queda el cristiano prisionero de un horizonte terreno tan estrecho que no deja siquiera ver el cielo (cf. Carta Apostólica « Dies Domini», 4).La Eucaristía dominical es también el manantial del vigor misionero que se fortalece en el encuentro frecuente con Jesús. Es fuente y cumbre de la vida cristiana. América Latina necesita un nuevo impulso misionero que lleve al creyente al encuentro con Jesucristo vivo, camino de conversión, comunión y solidaridad.

El mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2019 en 30 frases

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«La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm. 8, 19)lema de la Cuaresma 2019, que comienza el 6 de marzo

El próximo día 6 de marzo será Miércoles de Ceniza, día del comienzo, este año un tanto más tardío, de la Cuaresma., Desde entonces y hasta la tarde del Jueves Santo,  día 11 de abril, los cristianos nos encontramos en el tiempo litúrgico de la cuaresma, un bien hermoso y caracterizado tiempo de preparación a los misterios centrales del cristianismo: la pasión, muerte y resurrección redentoras de Jesucristo. La Semana Santa discurrirá desde el 14 de abril (domingo de Ramos) al 21 de abril (domingo de Pascua).

Al igual que hicieran sus últimos antecesores y en él mismo en años anteriores, el Papa Francisco ha hecho público un mensaje para la Cuaresma.El lema propuesto por Francisco es «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm. 8, 19).  En este mensaje, resuena la encíclica de Francisco sobre el cuidado de la casa común Laudato si`(¡Alabado seas, mi Señor!) y la permanente llamada a la conversión, a una conversión personal y comunitaria, que afecta y alude también a nuestra relación y compromiso con la ecología integral.

Antes, aprovechamos para que, según la legislación vigente de la Iglesia, es preciso abstenerse de comer carne durante todos los viernes de estos cuarenta días. El ayuno y la abstinencia –la dimensión penitencial de la Cuaresma- obligan tan sólo para el Miércoles de Ceniza, el próximo miércoles, día  6 de marzo,  y para el Viernes Santo, este año, el día 19 de abril. El ayuno y la abstinencia, esto es, la dimensión penitencial de la cuaresma puede además ser ofrenda especial para la causa de la paz, la evangelización de los pueblos, la pastoral familiar, la nueva evangelización (por citar presentes reclamos eclesiales) o para los necesitados.

 (1) Cada año a través de la Madre Iglesia, Dios «concede a sus hijos anhelar, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que (…) por las celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser en plenitud hijos de Dios» (Prefacio I de Cuaresma).

(2) De este modo, podemos caminar, de Pascua en Pascua, hacia el cumplimiento de aquella salvación que ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo: «Pues hemos sido salvados en esperanza» (Rm 8, 24).

 (3) Este misterio de salvación, que ya obra en nosotros durante la vida terrena, es un proceso dinámico que incluye también a la historia y a la creación.San Pablo llega a decir: «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8, 19).

(4) Desde esta perspectiva, querría sugerir algunos puntos de reflexión, que acompañen nuestro camino de conversión en la próxima Cuaresma.

La redención de la creación

(5) La celebración del Triduo Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, culmen del año litúrgico, nos llama una y otra vez a vivir un itinerario de preparación, conscientes de que ser conformes a Cristo (cf. Rm 8, 29) es un don inestimable de la misericordia de Dios.

(6)Cuando la caridad de Cristo transfigura la vidade los santos –espíritu, alma y cuerpo-, estos alaban a Dios y, con la oración, la contemplación y el arte hacen partícipes de ello también a las criaturas,como demuestra de modo admirable el «Cántico del hermano sol» de san Francisco de Asís (cf. carta encíclica Laudato si`, 87).

(7) Sin  embargo, en este mundo la armonía generada por la redención está amenazada, hoy y siempre, por la fuerza negativa del pecado y de la muerte.

La fuerza destructiva del pecado

(8) Cuando no vivimos como hijos de Dios, a menudo tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y las demás criaturas–y también hacia nosotros mismos-, al considerar, más o menos conscientemente, que podemos usarlos como nos plazca.

(9) Entonces, domina la intemperancia y eso lleva a un estilo de vida que viola los límites de nuestra condición humana y la naturaleza nos pide respetar, y se siguen los deseos incontrolados que en el libro de la Sabiduría se atribuyen a los impíos, o sea, a quienes no tienen a Dios como punto de referencia en sus acciones, ni una esperanza para el fututo (cf. 2, 1-11).

(10) Si no anhelamos continuamente la Pascua, si no vivimos en el horizonte de la Resurrección, está claro que la lógica del todo y ya, del tener cada vezmás acaba por imponerse.

(11) Como sabemos, la causa de todo mal es el pecado, que desde su aparición entre los hombres interrumpió la comunión con Dios, con los demás y con la creación, a la cual estamos vinculados ante todo mediante nuestro cuerpo.

 (12) El hecho de que se haya roto la comunión con Dios, también ha dañado la relación armoniosa de los seres humanos con el ambiente en el que están llamados a vivir, de manera que el jardín se ha transformado en un desierto (cf. Gn 3, 17-18).

(13) Se trata del pecado que lleva al hombre a considerarse el Dios de la creación, a sentirse su dueño absoluto y a no usarla para el fin deseado por el Creador, sino para su propio interés, en detrimento de las criaturas y de los demás.

(14) Cuando se abandona la ley de Dios, la ley del amor, acaba triunfando la ley del más fuerte sobre el más débil. El pecado que anida en el corazón del hombre (cf. Mc 7. 20-23) –y se manifiesta como avidez, afán por un bienestar desmedido, desinterés por el bien de los demás y a menudo también por el propio- lleva a la explotación de la creación, de las personas y del medio ambiente, según la codicia insaciable que considera todo deseo como un derecho y que antes o después acabará por destruir incluso a quien vive bajo su dominio.

 La fuerza regeneradora del arrepentimiento y del perdón

(15)Por esto, la creación tiene la irrefrenable necesidad de que se manifiesten los hijos de Dios, aquellos que se han convertido en una «nueva creación»: «Si alguno está en Cristo, es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, la comenzado lo nuevo» (2 Co 5, 17).

 (16) En efecto, manifestándose, también la creación puede celebrar la Pascua: abrirse a los cielos nuevos y a la tierra nueva (cf. Ap 21, 1).

 (17) Y el camino hacia la Pascua nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio pascual.

 (18) Esta impaciencia, esta expectación de la creación, encontrará cumplimiento cuando se manifiesten los hijos de Dios, es decir, cuando los cristianos y todos los hombres emprendan con decisión el trabajoque supone la conversión.

 (19) Toda la creación está llamada a salir, junto con nosotros, «de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8, 21).

 Ayuno, oración y limosna

 (20) La Cuaresma es un signo sacramental de esta conversión, es una llamada a los cristianos a encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en su vida personal, familiar y social, en particular, mediante el ayuno, la oración y la limosna.

(21)Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de devorarlo todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón.

(22) Orar para saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo y declararnos necesitados del Señor y de su misericordia.

(23) Dar limosna  para salir de la necesidad de vivir y de acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece.

(24) Y volver a encontrar así la alegría del proyecto que Dios ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es decir, a amarle, amar a nuestros hermanos y al mundo entero y encontrar en este amor la verdadera felicidad.

(25) La Cuaresma del Hijo de Dios fue un entrar en el desierto de la creación para hacer que volviese a ser aquel jardín de la comunión con Diosque era antes del pecado original (cf. Mc 1, 12-13; Is 51, 3).

(26) Que nuestra Cuaresma suponga recorrer este mismo camino, para llevar también la esperanza de Cristo a la creación, que se «será liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8, 21).

(27) No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable.

(28)  Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión.

(29) Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagamos prójimos a nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales.

(30) Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación.

Información

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