Pasar al contenido principal

LA PASCUA

https://arquimedia.s3.amazonaws.com/280/evangelio/la-pascua-1png.png

Para nosotros y para todos los católicos, La Pascua sigue siendo el acontecimiento central de nuestra fe, celebrado diariamente en la Eucaristía, especialmente en la Eucaristía de cada Domingo, el primer día de la semana.

 Su celebración anual toma trazos de solemnidad por cuanto se estructura como la fiesta más importante de todo el Año Litúrgico, con cuarenta días de preparación (Cuaresma) y con cincuenta días de aleluyas pascuales que concluyen con la celebración de Pentecostés (Pascua).

 

  

 

Sergio Pulido Gutiérrez, Mons.

Canónigo Catedral - Párroco en San Luis Beltrán

VIGILIA PASCUAL

https://arquimedia.s3.amazonaws.com/280/evangelio/viglia-pascual-1png.png

Quien ha vivido plenamente el triduo sagrado, los días Jueves, Viernes y Sábado Santo, también puede celebrar más intensamente la Pascua.

 Pascua es la fiesta de la Vida …!!!

 Celebramos la derrota de la muerte por la victoria de la Vida.

Cristo Jesús venció la muerte, pero eso quiere decir también que, ahora, la vida en nosotros es más fuerte que la muerte. No se puede encontrar algo que esté muerto.

 En la Eucaristía, bebemos y comemos la nueva vida de la Resurrección en nosotros. Ahora anida en nosotros la vida que rompe todas las cadenas.

  

 

Sergio Pulido Gutiérrez, Mons.

Canónigo Catedral - Párroco en San Luis Beltrán

Comentario a las lecturas del domingo

https://arquimedia.s3.amazonaws.com/104/ciclo-c/tpc12019jpg.jpg

Durante la cuaresma, muchos católicos nos preparamos para unirnos al Señor Jesús en el misterio de su pasión, muerte y resurrección. Cada momento litúrgico de la semana mayor ha sido una oportunidad para dejar de ser simples espectadores. Ahora debemos confesar nuestra fe y dar testimonio (del latín “testimonium”, demostración o evidencia de la veracidad de una situación) de todo cuanto Dios ha hecho por nosotros. Para confesar nuestra fe en el Resucitado y ser testigos creíbles, necesitamos que nuestra vida cotidiana sea evidencia de nuestra unión a Cristo y a su proyecto de vida. Pedro es un ejemplo concreto de ello: «Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él». (ver 1ª lectura).

¿Cómo dar fe de la resurrección del Señor? Predicando la buena nueva, dando testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos, secundando la acción del Espíritu en nosotros, haciendo el bien posible, luchando contra las asechanzas del tentador, buscando los bienes de arriba ─los que en verdad tienen valor, más allá de este mundo material y temporal─ (ver 2ª lectura), y finalmente, impregnando en la vida el orden que dejó Jesús al resucitar: «Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte».

Dichosos los discípulos que vieron y creyeron: «pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos» (Ver San Juan 20,1-9). Dichosos nosotros que, gracias a la fe que se nos ha transmitido, damos testimonio de Jesucristo, nuestra razón de ser y de vivir: «Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo». (Antífona Salmo 117) ¡Felices pascuas de resurrección!

 

José A. Matamoros G. Pbro.

Párroco

 

 

MENSAJE DE PASCUA: Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!Jesús ha resucitado de entre los muertos.Junto con el canto del aleluya, resuena en la Iglesia y en todo el mundo, este mensaje: Jesús es el Señor, el Padre lo ha resucitado y él vive para siempre en medio de nosotros…Traiga Cristo Resucitado frutos de vida nueva para los niños que, a causa de las guerras y el hambre, crecen sin esperanza, carentes de educación y de asistencia sanitaria; y también para los ancianos desechados por la cultura egoísta, que descarta a quien no es «productivo».Invocamos frutos de sabiduría para los que en todo el mundo tienen responsabilidades políticas, para que respeten siempre la dignidad humana, se esfuercen con dedicación al servicio del bien común y garanticen el desarrollo y la seguridad a los propios ciudadanos”. (Ciudad del Vaticano, papa Francisco, 2018)

"TODO ESTA CONSUMADO"

https://arquimedia.s3.amazonaws.com/64/semana-santa-2019/dscn0961jpg.JPG

Por las calles de nuestro barrio se repartieron las XIV estaciones que vivio Jesús, la mayoria fueron en casas de nuestros fieles, recordando que por la cruz redimió al mundo de sus pecados. sigamso sus huellas.

viacrucis 1viacrucis2viacrucis3

Homilía - Jueves Santo

https://arquimedia.s3.amazonaws.com/28/noticias-de-interes/19042019-01jpg.jpg

Desde el instante mismo de la creación, hasta la entrega definitiva de su hijo Jesucristo, nos vamos admirando al descubrir un Dios cercano, deseoso de entregar todo lo que hay en sus entrañas de amor al ser humano. En efecto, siendo Dios amor, su única posibilidad es abrirse al universo creando, dando vida, conservando, iluminando, salvando. No nos ofrece la Escritura santa una especie de biografía de un Dios encerrado en sí mismo o con los seres creados por él, sirviéndolo bajo el signo del temor o de la condena. No nos ha creado Dios para la oscuridad o el temor. Lo ha hecho para poder proyectar en nosotros todo su amor, toda su misericordia, toda su santidad. Sin embargo, como les sucede a tantas personas que aparecen en la Biblia, no siempre es fácil creer que Dios es así y tampoco nos es fácil pensar que Dios está para servirnos en todo momento. Tratemos de descubrirlo en esta breve reflexión

Hoy la Iglesia pone ante nosotros a través de la liturgia lo que podríamos llamar el preludio del culmen del servicio total que Dios, en Cristo, nos ha hecho. La lectura de los santos evangelios desde el comienzo, hasta su final, nos va llevando como en un movimiento ascendente, al ritmo del servicio de Cristo por todas y cada una de las personas que va encontrando en su camino. Servir, para Jesús, tienen muchas facetas. Lo hace en sus múltiples momentos de predicación y enseñanza, hablando de Dios, contando las cosas de Dios, revelando sus conversaciones íntimas con su Padre celestial. ¡Qué servicio tan importante: enseñar acerca de Dios! Su servicio es también infinita compasión por quien tiene algún dolor, alguna pena, alguna enfermedad. Y en este caso, servir es detener la marcha, mirar a los ojos, imponer las manos, pronunciar una palabra de aliento o de perdón. Con frecuencia, Jesús se detiene y suscita la resurrección de alguien que ha muerto. ¡Qué gran servicio cuando alguien detiene la marcha de su vida para escuchar, alentar, curar, orar! Y Jesús sirve a las personas cuando les hace caer en cuenta qué es el Reino de Dios y cómo llegar a él. Pero también cuando llama la atención si el camino se ha equivocado y en el horizonte no aparece lo que Dios quiere.

En esta tarde de jueves santo, en la cena con sus apóstoles acentúa, con sus palabras y gestos, su misión de servidor de la humanidad. En primer lugar, recoge toda la fe del Antiguo Testamento que tienen sus apóstoles, al invitarlos a celebrar la pascua, memorial de la experiencia liberadora de Israel al abandonar la esclavitud en Egipto. Jesús no vino a abolir la Ley y los profetas, sino a darles plenitud y por eso seguimos leyendo las primeras experiencias de fe del viejo pueblo elegido. En segundo lugar, Nuestro Señor, anuncia y establece un nuevo modo de permanecer entre nosotros: “esto es mi cuerpo”, “esta es mi sangre”. Es su gran deseo: permanecer en medio de su pueblo, ahora como alimento, como viático, como fuerza para el camino, como quien acompaña en todo momento. El Señor siempre está con nosotros y eso nos da alegría. Podríamos decir que en esta tarde santa, Cristo ha inaugurado una nueva mesa, la de la eucaristía, servida por él mismo, para salvación de todos. Cada vez que celebramos la eucaristía, Dios nos ofrece su Palabra y nos ofrece el cuerpo sacramentado de su Hijo. Escuchar con atención, recibir en gracia y santidad, son las formas de participar de este servicio divino.

Y parecía que con lo anterior ya era suficiente la manifestación del amor de Dios. Sin embargo, Jesús quería ir más allá. En efecto, deja su puesto en la mesa, se despoja de su manto, acaso de su dignidad, toma una toalla y como un esclavo se inclina ante sus apóstoles para lavarles los pies. No ahorrará Dios en Cristo ningún servicio que pueda ayudar para acercarnos a Él y a su deseo de salvar a la humanidad. Pero al mismo tiempo este gesto es indicativo de la manera como el cristiano debe pasar por el mundo: sirviendo. Me aventuro a pensar que este gesto tan humilde y tan potente, viniendo de Cristo, tiene para el mundo de hoy un significado profético muy profundo. El poder actual parece haber estructurado un modo de proceder para que la gente sencilla los sirva, los tema, les tribute, se quite del camino. No debe ser así entre cristianos. El que más ha sido bendecido, quien ha recibido más dones, quien ha asumido mayores responsabilidades, el que ha tenido más oportunidades en la vida, Dios lo llama a servir, no a servirse de los demás, a dar su vida para que otros vivan mejor, no para humillar y despreciar. Y si esto no se da, lo advertía el domingo de ramos el santo evangelio, hablarán las piedras.

La celebración del jueves santo en este año y en las circunstancias actuales de nuestra vida nos puede servir inmensamente. En primer lugar, recordándonos con cuánto amor nos ha servido Dios en la persona de su hijo Jesucristo. En él hemos sido bendecidos con toda clase de gracias. En segundo lugar, haciéndonos admirar de nuevo por la presencia sencilla, humilde, pero inigualable, de Jesús en el pan eucarístico. Presencia real, pan de vida, pan de los ángeles. En tercer lugar, provocando en nuestros corazones el deseo de servir a los demás como impronta de nuestra fe cristiana. Y de servir sobre todo a los más humildes, a los que no cuentan para este mundo, a quienes han perdido la fuerza, la esperanza, a quienes han sido expulsados de su tierra y de su patria, a los enfermos, a los ancianos y a todo aquel que está necesitado de amor y de misericordia. Y, también, a quienes han perdido la fe. Tengamos la certeza de que, en servir, como lo hizo Jesús, está la fuente de la verdadera alegría; allí están todas las razones para una vida con sentido. Y la presencia de todos y cada uno de nosotros, los bautizados, en la sociedad, será luminosa en la medida en que seamos una comunidad que sirve al prójimo, que tiene en la persona humana todos los motivos para encarnar en ella la fe que tenemos en Dios y la enseñanza del Evangelio.

Jesús sabe cuánto nos cuesta servir y sobre todo cuánto nos cuesta entender que él ha venido a servir. Por eso en el Evangelio de este día dice al final: “¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman “el Maestro” y “el Señor” y dicen bien. Pue si yo, el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros; les he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con ustedes, ustedes también lo hagan”. Si Dios es amor, se le conoce amando. Si Jesús es servidor, se le conoce sirviendo. Dejémonos servir de Jesús: su palabra, su pan eucarístico, su misericordia en la reconciliación, su luz en el espíritu prometido. Sirvamos como Jesús a los demás: miremos a los ojos, extendamos la mano, pronunciemos palabras de aliento y perdón, detengamos nuestro caminar ante el necesitado, revistámonos siempre de humildad y sencillez. La comunión sacramental en este día sea manifestación de nuestro gozo por participar de la mesa servida pro Cristo y de nuestro compromiso de llevarlo a otras personas. Amén.

DOMINGO DE RAMOS 2019

https://arquimedia.s3.amazonaws.com/64/semana-santa-2019/dscn0890jpg.JPG

Con una emotiva celebración iniciamos la semana santa, recibimos a Jesús con palmas y alegría, pero también leímos su pasión, su muerte, Monseñor Alirio en su homilia, nos dejó la pregunta, ¿que personajes somos en estos días, Barrabas, Caifás, Pilatos o Pedro? nos invita a que caminemos con Jesús y llevemos su cruz y no la rechacemos, aceptémosla, y recordemos la palabra que dijo en la cruz : " perdonamos porque no sabemos los que hacemos".

ramosramos1

Caminando con Jesús a la Cruz

https://arquimedia.s3.amazonaws.com/51/varias/sepulcrojpg-1.JPG

La jornada del Viernes Santo en la Parroquia San Jerónimo Emiliani se vive con gran devoción desde las primeras horas del día hasta entrada la noche. La tarea espiritual comenzó a las 10:00 de la mañana con el Vía Crucis, meditado por las principales calles vecinas al Templo, presidido por el Diácono Permanente Luis  Ferrucho, un dúo musical y una multitud de feligreses que a pesar del 'frío bogotano' acudieron en gran cantidad para poder acompañar los últimos pasos del Divino Salvador camino a la crucifixión.

Posteriormente la Liturgia de la muerte del Señor Jesús, el sermón de las siete palabras y la solemne procesión del Santo Sepulcro, marcaron una gran jornada en nuestra Parroquia.

 

 

 

Siervo de Dios - Ismael Perdomo

Caminando con Jesús en nuestra Parroquia

https://arquimedia.s3.amazonaws.com/256/trabajos/viernesverbumpng.png

La jornada del Viernes Santo en la Parroquia Dei Verbum se vive con gran devoción desde las primeras horas del día hasta entrada la noche. La tarea espiritual comenzó a las 10:30 de la mañana con el Vía Crucis, meditado por las principales calles vecinas al Templo, presidido por el Párroco Monseñor Jorge Alberto Ayala López y otros dos Sacerdotes acompañados por un Diácono permanente, un dúo musical y una multitud de feligreses que a pesar del 'frío bogotano' acudieron en gran cantidad para poder acompañar los últimos pasos del Divino Salvador camino a la crucifixión.

Posteriormente la Liturgia de la muerte del Señor Jesús y acompañamiento a la Virgen Dolorosa (homenaje de los hombres de la Parroquia a Nuestra Señora)  para reflexionar en las últimas horas de vida del Divino Redentor.

 

 

¿Qué se leería en un “certificado de defunción” de Jesús? Esto dice un médico

https://arquimedia.s3.amazonaws.com/256/noticias/jesus-crucificado-david-ramos-aci-170419jpg.jpg

El Dr. Jorge Valenzuela, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Monterrey (México) explicó recientemente lo que se leería en un parte médico de defunción de Jesucristo, en caso se hubiera expedido.

“Si nosotros fuéramos a hacer un certificado de defunción, ¿qué escribiríamos? Muerte por paro cardiovascular y respiratorio, debido a choque traumático e hipovolémico, todo causado por crucifixión”, señaló, en declaraciones difundidas por la Universidad de Monterrey.

“Otros factores que probablemente estuvieron involucrados en la muerte fueron la deshidratación; arritmia del corazón producidas por estrés; derrame pericárdico, acumulación de agua entre el corazón y el pericardio; derrame pleural, inducida por los traumatismos, y coagulación intravascular diseminada, es decir, la sangre se coagula y por lo tanto no hay flujo”, añadió.

El Dr. Valenzuela, médico cirujano con un PhD en fisiología por el Centro Médico de la Universidad de Misisipi (Estados Unidos), destacó además que “Cristo en el Monte de los Olivos presentó una condición médica que es bastante rara: sangre en el sudor. A eso se le llama hematidrosis y se presenta cuando una persona está expuesta a ansiedad extrema”.

“¿Qué es lo que pasa? Los vasos sanguíneos se rompen debido a la ansiedad y la sangre sale por la glándula sudorípara. Este tipo de ansiedad extrema también se vio en niños que vivían en Londres durante la Segunda Guerra Mundial y fueron bombardeados por los nazis”, señaló.

El médico explicó que la flagelación que sufrió Jesús no se realizó con un látigo de cuero, sino que “se realizaba con un tipo de látigo que cuenta con varias extensiones que al final tenían incrustados huesos de borrego y bolas de plomo”.

“Al flagelar, el hueso corta la piel y la bola de plomo golpea al tejido. Esto produce contusiones y laceraciones y los tejidos flagelados terminan como masas de músculos, de tendones abiertos, sangrando, que genera mucho dolor”, indicó.

Para el Dr. Valenzuela, “esta pérdida de sangre contribuye más adelante a un choque hipovolémico, que es el colapso del sistema circulatorio”.

El médico señaló que los romanos “perfeccionaron” la técnica de la crucifixión “para producir el máximo dolor y que la persona muera lentamente, pero que su agonía sea prolongada”.

Explicó que en la posición que colocaron a Jesús “es extraordinariamente difícil respirar”, pues “la persona tiene que apoyarse en los pies y tiene que tratar de subir su cuerpo hacia arriba apoyándose en las muñecas que tienen clavos, todo esto va inhibiendo la expiración y va haciendo que la persona retenga Co²”.