En el inicio de una nueva semana llena de ilusiones, de esperanzas y de renovadas fuerzas, al despertar en esta alegre mañana que nos regalas lo hacemos en tu presencia; pedimos tu santa bendición para que todo lo que podamos realizar de palabra y de obra sea para glorificarte a ti en nuestros hermanos.
Gracias, Señor, por darnos la ocasión de reflexionar en tu palabra y poder seguir el camino que en este día quieres que recorramos. La injusticia que sentimos por todas partes nos disgusta y nos trastorna. Perdónanos nuestros momentos en que quizá de muchas maneras también hemos cometido injusticias con nuestros hermanos y no permitas que contribuyamos al mal, explotando a nuestros hermanos y manipulándolos para nuestros propios intereses.
Más bien enséñanos y ayúdanos a pararnos para luchar por la integridad y la verdad; y no reaccionar nunca si no es con la bondad de nuestros corazones. Danos la gracia de tu Espíritu para comprender las palabras de Pablo: «los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Porque él nos dice en la Escritura: En el tiempo favorable te escuché, en el día de la salvación te auxilié. Miren, éste es el tiempo favorable, éste el día de salvación». Abre nuestros corazones y danos la gracia de tu amor para que, iniciadas nuestras labores cotidianas, al término de la semana tengamos la alegría de haber hecho todo según tu santa voluntad. Acompáñanos y guíanos y que Nuestra Madre la Santísima Virgencita nos auxilie y nos cubra con su Manto Sagrado.
NO DEVOLVAMOS MAL CON MAL, DEVOLVAMOS MAL CON AMOR. Una muy feliz, santa y optimista semana. Feliz lunes de inicio de semana.
Meditación del Papa
Esta página evangélica se considera la carta magna de la no violencia cristiana, que no consiste en rendirse ante el mal —según una falsa interpretación de "presentar la otra mejilla"—, sino en responder al mal con el bien, rompiendo de este modo la cadena de la injusticia. Así, se comprende que para los cristianos la no-violencia no es un mero comportamiento táctico, sino más bien un modo de ser de la persona, la actitud de quien está tan convencido del amor de Dios y de su poder que no tiene miedo de afrontar el mal únicamente con las armas del amor y de la verdad.
El amor a los enemigos constituye el núcleo de la "revolución cristiana", revolución que no se basa en estrategias de poder económico, político o mediático. La revolución del amor, un amor que en definitiva no se apoya en los recursos humanos, sino que es don de Dios que se obtiene confiando únicamente y sin reservas en su bondad misericordiosa. Esta es la novedad del Evangelio, que cambia el mundo sin hacer ruido. Este es el heroísmo de los "pequeños", que creen en el amor de Dios y lo difunden incluso a costa de su vida. (Benedicto XVI, Ángelus 18 de febrero de 2007)