Agradecidos por todo lo que hemos podido vivir en esta semana, nos ponemos en tus manos, para seguir haciendo tu voluntad. Y ante todo gracias por llamarnos a ser tus discípulos. Tú no has venido a llamar a la conversión a los justos, sino a los pecadores. Gracias, Señor, porque en tu llamado te fijas en los corazones y no en lo exterior. No nos llamas por ser santos, sino porque conoces nuestras debilidades y fortalezas. Tu llamada a los primeros discípulos fue dirigida a gente sencilla y pobre. La curación del leproso, sin miedo a la impureza legal; el perdón de los pecados y la sanación del paralítico: todo esto nos revela tu rostro misericordioso y bondadoso. Nos muestras tu libertad para elegir a los que quieres y que es una libertad que viene del amor. Señor, cuando nos llamas al arrepentimiento, tú quieres que nos volvamos hacia nuestros hermanos y que construyamos verdaderos lazos de fraternidad y solidaridad entre todos. Que lleguemos a ser luz para los que viven en tinieblas, agua para los sedientos, constructores de esperanza y felicidad para todos. Que seamos, signos de tu amor y de tu bondad.
En este fin de semana nos colocamos en tus manos y te pedimos que sigas siendo nuestro guía y luz para amar y servir, pero ante todo para hacer tu voluntad. Amén.
Un muy feliz y santo fin de semana compartido en familia. Rosario de aurora y Eucaristía por cada uno de ustedes, sus familias y nuestros hermanos enfermos.