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TESTIMONIO EMOTIVO

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Jonathan Rozo y Diego Jiménez, seminaristas de 3 año de teología, del Seminario Mayor de San José, nos visitaron y contaron su testimonio de forma amena de como el Señor los llamo para su servicio como sacerdotes e invitaron a todo los jóvenes para que inicien este camino  o para que apoyen a quienes ya los vienen realizando como ellos. Al final pidieron que sigan orando para que terminen su camino vocacional.

Historia

Historia

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La Arquidiócesis de Bogotá (en latín: Archidiœcesis Bogotensis) es una jurisdicción eclesiástica de la Iglesia Católica y sede primada de Colombia.

Los cronistas de la Colonia cuentan que la primera misa celebrada en Santafé (hoy Bogotá) tuvo lugar como parte del hecho mismo de la fundación de la ciudad y que fue Fray Domingo de las Casas quien la presidió el 6 de agosto de 1538, acompañado por el clérigo Antón de Lezcámez. Por su estratégica ubicación, la ciudad se convertiría en la más importante urbe y sería la sede del nuevo virreinato.

Sólo dos años más tarde, en 1540, Juan Fernández de Angulo, segundo obispo de Santa Marta, nombró Vicario general o Provisor suyo para el Nuevo Reino de Granada, con el encargo de morar en Santafé, a don Pedro García Matamoros. 

En febrero de 1553 llegó a puerto samario el franciscano fray Juan de los Barrios —el cuarto obispo de Santa Marta— a quien se le entregó la cédula real fechada en Valladolid el 22 de febrero de 1549 en la que se le mandaba residir en Santafé, lo cual acató llegando a dicha ciudad tres meses más tarde.

Desde entonces, fray Juan de los Barrios trató de trasladar la Iglesia catedral de Santa Marta a Santafé, un proceso que duró casi diez años. El 11 de septiembre de 1562, por solicitud directa del emperador Carlos V, el papa Pío IV erigió la diócesis de Santafé en Nueva Granada y decidió trasladar la sede diocesana de Santa Marta a Santafé .

El mismo Pontífice, por medio de la bula In Suprema Dignitatis Apostolicae Specula del 22 de marzo de 1564, elevó la diócesis de Santafé en Nueva Granada a la dignidad de arzobispado dándole por sufragáneas las diócesis de Cartagena y Popayán.

El papa León XIII declaró como Sede Primada de Colombia a la arquidiócesis de Santafé el 7 de diciembre de 1902 y en enero de 1953 el papa Pío XII le dio el nombre definitivo de Arquidiócesis de Bogotá. 

Con el correr de los años, esta Iglesia Particular ha dado origen a numerosas circunscripciones eclesiásticas constituyéndose en verdadera “Iglesia madre” de las Iglesias en Colombia. De su territorio directamente se desprendieron las diócesis de Mérida (16 de febrero de 1778), Antioquia (31 de agosto de 1804), Nueva Pamplona (5 de septiembre de 1835), Tunja (29 de julio de 1880), Tolima (1894), la Prelatura Territorial de las Intendencias Orientales (23 de junio de 1908) y las diócesis de Zipaquirá (1 de septiembre de 1951), Girardot (29 de mayo de 1956), Facatativá (16 de marzo de 1962), y las diócesis urbanas de Engativá, Fontibón y Soacha (6 de agosto de 2003).

450 años

La Arquidiócesis de Bogotá (en latín: Archidiœcesis Bogotensis) es una jurisdicción eclesiástica de la Iglesia Católica y sede primada de Colombia.

De acuerdo con el Código de Derecho Canónico, es una porción del pueblo de Dios, cuyo cuidado pastoral se encomienda al Obispo con la cooperación del presbiterio, de manera que, unida a su pastor y congregada por él en el Espíritu Santo mediante el Evangelio y la Eucaristía, constituya una Iglesia particular, en la cual verdaderamente está presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa, católica y apostólica.

 Vea  también: Arzobispos de la Arquidiócesis de Bogotá desde su fundación en 1564 hasta el año 2020

SEMANA SANTA 2019

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PROGRAMACIÓNIMAGENES

 

SEMANA SANTA EN SAN BENITO 2018

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PROGRAMACIÓN SEMANA SANTA 2019

PROGRAMACIÓN SEMANA SANTA 2019

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Programación para la Semana Santa 2019

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Querida Comunidad Parroquial, un saludo fraterno en Cristo el Señor:

El itinerario Cuaresmal de nuestra comunidad parroquial nos permitió prepararnos para celebrar la Pascua del Señor, no solo con las prácticas penitenciales y la celebración de los sacramentos de la Eucaristía y la Confesión sino a través de la Misión Católica y la celebración gozosa de nuestro patrono en el tricentenario de su partida al cielo.

Hemos caminado en la senda del Señor con espíritu misionero, animados por los sacerdotes Redentoristas y los hermanos de las Pequeñas Comunidades de base y Ministerios. Somos conscientes de las exigencias que trae consigo la tarea evangelizadora (sacrificio, constancia y perseverancia), y por ello hemos puesto nuestro empeño en llegar a los hogares de Santa Mónica, el Sosiego Sur y el Country Sur, para orar en comunidad, celebrar la Eucaristía en cada sector y llamar a más personas a participar de la obra misionera y pastoral. Esto nos llena de alegría y renueva nuestra esperanza cristiana.

Hoy por hoy, nos sentimos en capacidad de seguir adelante con nuestra misión pastoral, sacramental y espiritual, unidos a las orientaciones del Plan de Evangelización en su etapa del Nuevo Rumbo. Para ello contamos con un equipo de hermanos que han respondido al llamado del Señor a evangelizar y colaboran con amoroso servicio, con unos feligreses que día a día se comprometen con su parroquia y con una organización pastoral estructurada donde todos tienen participación y espacio para la conversión personal y comunitaria.      

Así mismo, podemos decir que nuestro templo parroquial, el espacio sagrado soñado por el padre Gelves y mejorado sucesivamente por mis antecesores, es ahora un lugar aún más propicio para el encuentro con Dios y con los hermanos, gracias a la instalación de los doce vitrales que hacen memoria de los hitos fundamentales de nuestra fe en los cuales hemos querido exaltar la obra de los últimos cincos santos papas, Vicarios de Cristo en la tierra, administrando cada uno un sacramento. Este es un gran regalo para nuestra comunidad. Ahora nos unimos en las labores de mantenimiento del techo tanto del templo, la torre como de la casa cural. Como siempre, y estoy seguro de ello, Dios proveerá.

En nombre de nuestro Vicario, el Padre Eurípides Rey, del EPEM y el COPAE, de todos los hermanos de Comunidades y Ministerios y de las familias benefactoras de la parroquia, les deseo con profundo afecto sacerdotal, unas felices Pascuas de Resurrección en el Señor Jesucristo en el año 2019.  Amén.

José A. Matamoros G. Pbro.

Párroco SJBS - 2019

 

 

 

PROGRAMACIÓN SEMANA SANTA 2019

14 DE ABRIL: DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR 

«¡Bendito sea el rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo, gloria al Altísimo.» (Ver Evangelio Procesión de las Palmas: Lucas 19,28-40).

7:00 a.m.   Misa y bendición de los ramos.

9:00 a.m.   Misa y bendición de los ramos.

11:15 a.m. Inicio de la procesión de los ramos y bendición: Animan las Pequeñas Comunidades de base y Ministerios. Salida Parque del Sosiego Sur hacia el templo parroquial.  

12:00 m.       MISA SOLEMNE DEL DOMINGO DE RAMOS.

6:00 p.m.      Misa y bendición de los ramos. CONSAGRACIÓN AL MILAGROSO.  

Lecturas: Isaías 50.4-7;  Salmo 21; Filipenses 2,6-11; Pasión de San Lucas 22,14-23,56.

Nota 1: Por conciencia ecológica común no usaremos ramos. En su lugar, llevar palmas u otras plantas sembradas o vestir alguna prenda blanca o llevar una bandera blanca.

Nota 2: No hay misa en el sector.

 

15 DE ABRIL: LUNES SANTO

10:00. a.m. MISA CRISMAL – Catedral Primada de Bogotá. Renovación de las promesas sacerdotales del Clero de la Arquidiócesis de Bogotá.

 

16 Y 17 DE ABRIL: MARTES Y MIÉRCOLES SANTOS

SALONES PARROQUIALES

  • 9:00 a.m. a 11:00 a.m. Pascua Infantil – Anima Ministerio Infantil y CIE.
  • 3:00 p.m. a 5:00 p.m. Pascua Juvenil – Anima el Ministerio Juvenil.
  • 7:00 p.m. a 8:30 p.m. Pascua de Adultos – Anima Familias Orantes. 

 

TEMPLO PARROQUIAL

6:00 p.m.   CELEBRACIÓN DE LA SANTA MISA (excepto el lunes santo)

 

CONFESIONES EN EL TEMPLO PARROQUIAL

4:30 p.m. a 6:00 p.m. únicamente martes y miércoles santos.         

 

ATENCIÓN EN EL DESPACHO PARROQUIAL

2:00 p.m. a 5:00 p.m. martes, miércoles y sábado santos.

 

18 DE ABRIL: JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR

«Les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros».

9:00 a.m.   Misa por y para los enfermos.

5:00 p.m.   MISA SOLEMNE DE LA CENA DEL SEÑOR.

6:30 p.m. a 7:30 p.m. HORA SANTA (dirigida por el Vicario parroquial).   

7:30 p.m. a 9:00 p.m. VISITAS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR.

 

Lecturas: Éxodo 12,1-8. 11-14; Salmo 115; 1ra Corintios 11, 23-26; San Juan 13, 1-15.

 

19 DE ABRIL: VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

Celebramos a Jesús en su Pasión y Muerte.

Viviremos tres momentos en esta celebración: Liturgia de la Palabra, adoración de la Cruz y la Comunión.

 

VIACRUCIS ECOLÓGICO PARROQUIAL

Lo celebraremos en el entorno del Parque del Country Sur. Llevar cruces para la bendición (pueden ser hechas por mano propia).

Hora de encuentro: 7:30 a.m. Parque del Country Sur.

Responsable: Ministerio Ambiental.  

 

TEMPLO PARROQUIAL

3:00 p.m.    CELEBRACIÓN SOLEMNE DE LA PASIÓN DEL SEÑOR, ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ Y COMUNIÓN CON EL PAN EUCARÍSTICO

4:30 p.m.    Sermón de las Siete Palabras  (celebración extralitúrgica). 

5:45 p.m.    Exclavación de la Santa Cruz y procesión hacia el Santo Sepulcro.

6:15 p.m. a 9:00 p.m. Visita al Santo Sepulcro (salón parroquial ubicado al lado del despacho parroquial sobre la carrera 11 a sur).

 

Lecturas: Isaías 52, 13-53,12; Salmo 30; Hebreos 4, 14-16; 5,7-9; Juan 18,1-19, 42.

 

 

20 DE ABRIL: SÁBADO SANTO, VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA

En la Solemne Vigilia  Pascual proclamamos que Cristo venció la muerte; es la celebración más importante del Calendario Católico que consta de cuatro momentos: 1) Solemne comienzo de la Vigilia Pascual con el lucernario; 2) Liturgia de la Palabra; 3) Liturgia del bautismo; y, 4) Liturgia de la Eucaristía.

 

SALÓN PARROQUIAL SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE

8:00 a.m. Celebración de las Laudes. Oficio del Sábado santo y contemplación de los siete dolores de María frente al santo sepulcro (salón parroquial ubicado al lado del despacho parroquial sobre la carrera 11A sur).

8:45 a.m. a 12:00 m. Visita al Santo Sepulcro.  

 

TEMPLO PARROQUIAL

7:00 p.m.  Solemne Vigilia Pascual (llevar los pascualitos  y agua para la bendición ─evitar derramar la cera sobre las bancas y el piso de del Templo─).

 

Lecturas propias de la Solemnidad: 1ª, 3ª, 4ª, 6ª  y 7ª  con sus respectivos salmos; Romanos 6,3-11; Salmo 117, 1ss; San Lucas 24,1-12.    

 

 

21 DE ABRIL: DOMINGO DE RESURRECCIÓN

TEMPLO PARROQUIAL

7:00   a.m.         No hay Celebración Eucarística

9:00   a.m.         Misa Solemne de la Resurrección del Señor.

11:15 a.m.         Procesión con el Resucitado. Punto de Encuentro: ALMIBAR. Llevar banderas blancas.

12:00 m.            Misa Solemne de la Resurrección del Señor: Llevar pañuelos o banderitas blancas para expresar que somos testigos del Señor resucitado.

6:00   p.m.         Misa Solemne de la Resurrección del Señor.

 

Lecturas: Hechos 10,34a.37-43; Salmo 117; Colosenses 3,1-4; Secuencia; Juan 20, 1-9.

Jueves 14 de noviembre de  2024 día del Señor de los Milagros.

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.    PASTORAL FAMILIAR

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Arreglo Pintura templo

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Sobre la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad del matrimonio en el Código de Derecho Canónico

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Con el correr de los siglos, la Iglesia, adquiriendo una conciencia más clara en materia matrimonial de las palabras de Cristo, ha entendido y expuesto con mayor profundidad la doctrina de la indisolubilidad del sagrado vínculo conyugal, ha sistematizado las causas de nulidad del consentimiento matrimonial y ha reglamentado más adecuadamente el proceso judicial correspondiente, de modo que la disciplina eclesiástica fuera siempre más coherente con la verdad de fe profesada

Identificación

Tipo: Carta Apostólica  en forma de “Motu Proprio

De: el Sumo Pontífice  Francisco

Fecha: 15 de agosto de 2015

Fuente: Libreria Editrice Vaticana

Nombre en latín: Mitis Iudex Dominus Iesus 

Nombre en castellano: El Señor Jesús, Juez clemente

 Texto:

El Señor Jesús, Juez clemente, Pastor de nuestras almas, confió al Apóstol Pedro y a sus Sucesores el poder de las llaves para cumplir en la Iglesia la obra de la justicia y la verdad; esta suprema y universal potestad de atar y desatar aquí en la tierra afirma, corrobora y reivindica la de los Pastores de las Iglesias particulares, en fuerza de la cual éstos tienen el sagrado derecho y el deber delante del Señor de juzgar a sus propios súbditos. [1]

Con el correr de los siglos, la Iglesia, adquiriendo una conciencia más clara en materia matrimonial de las palabras de Cristo, ha entendido y expuesto con mayor profundidad la doctrina de la indisolubilidad del sagrado vínculo conyugal, ha sistematizado las causas de nulidad del consentimiento matrimonial y ha reglamentado más adecuadamente el proceso judicial correspondiente, de modo que la disciplina eclesiástica fuera siempre más coherente con la verdad de fe profesada.

Todo esto se ha hecho siempre teniendo como guía la ley suprema de la salvación de las almas,[2] ya que la Iglesia, como ha sabiamente enseñado el beato Pablo VI, es un designio divino de la Trinidad, por lo cual todas sus instituciones, aunque siempre perfectibles, deben tender al fin de comunicar la gracia divina y favorecer continuamente, según los dones y la misión de cada uno, el bien de los fieles, en cuanto fin esencial de la Iglesia.[3]

Consciente de esto, decidí realizar la reforma del proceso de nulidad del matrimonio, y con este fin constituí un grupo de personas eminentes por su doctrina jurídica, prudencia pastoral y experiencia judicial que, bajo la guía del Excelentísimo Decano de la Rota Romana, esbozase un proyecto de reforma, quedando firme el principio de la indisolubilidad del vínculo matrimonial. Tras trabajar con tesón, este grupo ha elaborado un esquema de reforma que, sometido a meditada consideración, con el auxilio de otros expertos, se presenta ahora en este Motu proprio.

Por tanto, es la preocupación por la salvación de las almas, que –hoy como ayer– continúa siendo el fin supremo de las instituciones, de las leyes, del derecho, lo que impulsa al Obispo de Roma a ofrecer a los Obispos este documento de reforma, en cuanto ellos comparten con él el deber de la Iglesia de tutelar la unidad en la fe y en la disciplina con respecto al matrimonio, eje y origen de la familia cristiana. Alimenta el estímulo reformador el enorme número de fieles que, aunque deseando proveer a la propia conciencia, con mucha frecuencia se desaniman ante las estructuras jurídicas de la Iglesia, a causa de la distancia física o moral; por tanto, la caridad y la misericordia exigen que la misma Iglesia como madre se haga accesible a los hijos que se consideran separados.

En este sentido se dirigieron también los votos de la mayoría de mis Hermanos en el Episcopado reunidos en la reciente asamblea extraordinaria del Sínodo, que solicitaron procesos más rápidos y accesibles.[4] En total sintonía con esos deseos, he decidido establecer con este Motu proprio disposiciones con las cuales se favorezca no la nulidad de los matrimonios, sino la celeridad de los procesos y, no en menor medida, una adecuada simplificación, de modo que, a causa de un retraso en la definición del juicio, el corazón de los fieles que esperan la clarificación del propio estado no quede largamente oprimido por las tinieblas de la duda.

He hecho esto, sin embargo, siguiendo las huellas de mis Predecesores, los cuales han querido que las causas de nulidad sean tratadas por vía judicial, y no administrativa, no porque lo imponga la naturaleza de la cosa, sino más bien porque lo exige la necesidad de tutelar en el máximo grado la verdad del vínculo sagrado: y eso se asegura precisamente con las garantías del orden judicial.

Se señalan algunos criterios fundamentales que han guiado la obra de reforma.

I. Una sola sentencia en favor de la nulidad es ejecutiva.– Ha parecido oportuno, antes que nada, que no sea más requerida una doble decisión conforme a favor de la nulidad del matrimonio, para que las partes sean admitidas a nuevo matrimonio canónico, sino que sea suficiente la certeza moral alcanzada por el primer juez, a norma del derecho.

II. El juez único, bajo la responsabilidad del Obispo.– La constitución del juez único en primera instancia, siempre clérigo, se deja a la responsabilidad del Obispo, que en el ejercicio pastoral de la propia potestad judicial deberá asegurar que no se permita ningún laxismo.

III. El mismo Obispo es juez.– En orden a que sea finalmente traducida en práctica la enseñanza del Concilio Vaticano II en un ámbito de gran importancia, se ha establecido hacer evidente que el mismo Obispo en su Iglesia, de la que es constituido pastor y cabeza, es por eso mismo juez entre los fieles que se le han confiado. Se espera por tanto que, tanto en las grandes como en las pequeñas diócesis, el Obispo mismo ofrezca un signo de la conversión de las estructuras eclesiásticas,[5] y no deje la función judicial en materia matrimonial completamente delegada a los oficios de la curia. Esto valga especialmente en el proceso más breve, que es establecido para resolver los casos de nulidad más evidente.

IV. El proceso más breve.– En efecto, además de hacerse más ágil el proceso matrimonial, se ha diseñado una forma de proceso más breve –en añadidura al documental actualmente vigente–, para aplicarse en los casos en los cuales la acusada nulidad del matrimonio esté sostenida por argumentos particularmente evidentes.

No se me escapa, sin embargo, cuánto un juicio abreviado pueda poner en riesgo el principio de la indisolubilidad del matrimonio; precisamente por esto he querido que en tal proceso sea constituido juez el mismo Obispo, que en virtud de su oficio pastoral es con Pedro el mayor garante de la unidad católica en la fe y la disciplina.

V. La apelación a la Sede Metropolitana.– Conviene que se restaure la apelación a la Sede del Metropolitano, ya que este oficio de cabeza de la provincia eclesiástica, estable en los siglos, es un signo distintivo de la sinodalidad en la Iglesia.

VI. La función propia de las Conferencias episcopales.– Las Conferencias episcopales, que deben ser impulsadas sobre todo por el celo apostólico de alcanzar a los fieles dispersos, adviertan fuertemente el deber de compartir la predicha conversión, y respeten absolutamente el derecho de los Obispos de organizar la potestad judicial en la propia Iglesia particular.

El restablecimiento de la cercanía entre el juez y los fieles, en efecto, no tendrá éxito si desde las Conferencias no se da a cada Obispo el estímulo y conjuntamente la ayuda para poner en práctica la reforma del proceso matrimonial.

Junto con la proximidad del juez, cuiden las Conferencias episcopales que, en cuanto sea posible, y salvada la justa y digna retribución de los operadores de los tribunales, se asegure la gratuidad de los procesos, para que la Iglesia, mostrándose a los fieles como madre generosa, en una materia tan estrechamente ligada a la salvación de las almas, manifieste el amor gratuito de Cristo, por el cual todos hemos sido salvados.

VII. La apelación a la Sede Apostólica. – Conviene sin embargo che se mantenga la apelación al Tribunal ordinario de la Sede Apostólica, es decir a la Rota Romana, respetando un antiguo principio jurídico, de modo que resulte reforzado el vínculo entre la Sede de Pedro y las Iglesias particulares, teniendo de todos modos cuidado en la disciplina de tal apelación, para evitar cualquier abuso del derecho que pueda producir algún daño a la salvación de las almas.

La ley propia de la Rota Romana será adecuada lo antes posible a las reglas del proceso reformado, dentro de los límites de lo necesario.

VIII. Las disposiciones para las Iglesias Orientales.– Teniendo en cuenta, finalmente, el peculiar ordenamiento eclesial y disciplinar de las Iglesias Orientales, he decidido promulgar en forma separada, en esta misma fecha, las normas para reformar la disciplina de los procesos matrimoniales en el Código de Cánones de las Iglesias Orientales.

Todo esto oportunamente considerado, decreto y establezco que el Libro VII del Código de Derecho Canónico, Parte III, Título I, Capítulo I sobre las causas para la declaración de nulidad del matrimonio (cánones 1671-1691), a partir del día 8 de diciembre de 2015, sea integralmente sustituido como sigue:

Art. 1 – Del fuero competente y de los tribunales

Can. 1671 § 1. Las causas matrimoniales de los bautizados corresponden al juez eclesiástico por derecho propio.

§ 2. Las causas sobre los efectos meramente civiles del matrimonio pertenecen al juez civil, a no ser que el derecho particular establezca que tales causas puedan ser tratadas y decididas por el juez eclesiástico cuando se planteen de manera incidental y accesoria.

Can. 1672. Para las causas de nulidad de matrimonio no reservadas a la Sede Apostólica, son competentes: 1° el tribunal del lugar en que se celebró el matrimonio; 2° el tribunal del lugar en el cual una o ambas partes tienen el domicilio o el cuasidomicilio; 3° el tribunal del lugar en que de hecho se han de recoger la mayor parte de las pruebas.

Can. 1673 § 1. En cada diócesis el juez de primera instancia para las causas de nulidad del matrimonio, para las cuales el derecho no haga expresamente excepción, es el Obispo diocesano, que puede ejercer la potestad judicial por sí mismo o por medio de otros, conforme al derecho.

§ 2. El Obispo constituya para su diócesis el tribunal diocesano para las causas de nulidad de matrimonio, quedando a salvo la facultad para el mismo Obispo de acceder a otro tribunal cercano, diocesano o interdiocesano.

§ 3. Las causas de nulidad de matrimonio se reservan a un colegio de tres jueces. Este debe ser presidido por un juez clérigo, los demás jueces pueden ser también laicos.

§ 4. El Obispo Moderador, si no es posible constituir el tribunal colegial en la diócesis o en el tribunal cercano que ha sido elegido conforme al § 2, confíe las causas a un juez único, clérigo, que, donde sea posible, se asocie dos asesores de vida ejemplar, expertos en ciencias jurídicas o humanas, aprobados por el Obispo para esta tarea; al mismo juez único competen, salvo que resulte de modo diverso, las funciones atribuidas al colegio, al presidente o al ponente.

§ 5. El tribunal de segunda instancia, para la validez, debe ser siempre colegial, según lo dispuesto en el § 3.

§ 6. Del tribunal de prima instancia se apela al tribunal metropolitano de segunda instancia, salvo lo dispuesto en los cánones 1438-1439 y 1444.

Art. 2 – Del derecho a impugnar el matrimonio

Can. 1674 § 1. Son hábiles para impugnar el matrimonio: 1° los cónyuges; 2° el promotor de justicia, cuando la nulidad ya se ha divulgado si no es posible o conveniente convalidar el matrimonio.

§ 2. El matrimonio que no fue acusado en vida de ambos cónyuges no puede ser impugnado tras la muerte de uno de ellos o de los dos, a no ser que la cuestión sobre su validez sea prejudicial para resolver otra controversia, ya en el fuero canónico, ya en el fuero civil.

§ 3. Si el cónyuge muere mientras está pendiente la causa, debe observarse lo prescrito en el can. 1518.

Art. 3 – De la introducción y la instrucción de la causa

Can. 1675. El juez, antes de aceptar una causa, debe tener la certeza de que el matrimonio haya fracasado irreparablemente, de manera que sea imposible restablecer la convivencia conyugal.

Can. 1676 § 1. Recibida la demanda, el Vicario judicial, si considera que ésta goza de algún fundamento, la admita y, con decreto adjunto al pie de la misma demanda, ordene que una copia sea notificada al defensor del vínculo y, si la demanda no ha sido firmada por ambas partes, a la parte demandada, dándole el término de quince días para expresar su posición respecto a la demanda.

§ 2. Transcurrido el plazo predicho, después de haber amonestado nuevamente a la otra parte, si lo ve oportuno y en la medida que así lo estime, para que manifieste su posición, oído el defensor del vínculo, el Vicario judicial con un decreto suyo determine la fórmula de dudas y establezca si la causa debe tratarse con el proceso más breve conforme a los cánones 1683-1687. Este decreto debe ser notificado enseguida a las partes y al defensor del vínculo.

§ 3. Si la causa debe ser tratada con el proceso ordinario, el Vicario judicial, con el mismo decreto, disponga la constitución del colegio de jueces o del juez único con los dos asesores según el can. 1673 § 4.

§ 4. Si en cambio se dispone el proceso más breve, el Vicario judicial proceda conforme al can. 1685.

§ 5. La fórmula de la duda debe determinar por qué capítulo o capítulos se impugna la validez de las nupcias.

Can. 1677 § 1. El defensor del vínculo, los abogados y también el promotor de justicia, si interviene en el juicio, tienen derecho: 1° a asistir al examen de las partes, de los testigos y de los peritos, quedando a salvo lo que prescribe el can. 1559; 2° a conocer las actas judiciales, aun cuando no estén publicadas, y a examinar los documentos presentados por las partes.

§ 2. Las partes no pueden asistir al examen del que se trata en el § 1, n. 1.

Can. 1678 § 1. En las causas de nulidad de matrimonio la confesión judicial y las declaraciones de las partes, sostenidas por eventuales testigos sobre la credibilidad de las mismas, pueden tener valor de prueba plena, que debe valorar el juez considerando todos los indicios y adminículos, si no hay otros elementos que las refuten.

§ 2. En las mismas causas, la deposición de un solo testigo puede tener fuerza probatoria plena, si se trata de un testigo cualificado que deponga sobre lo que ha realizado en función de su oficio, o que las circunstancias objetivas o subjetivas así lo sugieran.

§ 3. En las causas sobre impotencia o falta de consentimiento por enfermedad mental o por anomalía de naturaleza psíquica, el juez se servirá de uno o varios peritos, a no ser que, por las circunstancias, conste con evidencia que esa pericia resultará inútil; en las demás causas, debe observarse lo que indica el can. 1574.

§ 4. Cuando en la instrucción de la causa surge una duda muy probable de que no se ha producido la consumación del matrimonio, puede el tribunal, oídas las partes, suspender la causa de nulidad, realizar la instrucción del proceso para la dispensa del matrimonio rato, y luego transmitir las actas a la Sede Apostólica junto con la petición de dispensa hecha por ambos cónyuges o por uno de ellos, y con el voto del tribunal y del Obispo.

Art. 4 – De la sentencia, sus impugnaciones y su ejecución

Can. 1679. La sentencia que por primera vez ha declarado la nulidad del matrimonio, cumplidos los términos establecidos en los cánones 1630-1633, se hace ejecutiva.

Can. 1680 § 1. Permanece íntegro el derecho de la parte que se considere perjudicada, así como del promotor de justicia y del defensor del vínculo, de interponer querella de nulidad o apelación contra la misma sentencia, según los cánones 1619-1640.

§ 2. Trascurridos los términos establecidos por el derecho para la apelación y su prosecución, después que el tribunal de la instancia superior ha recibido las actas judiciales, se constituya el colegio de jueces, se designe el defensor del vínculo y se amoneste a las partes para que presenten las observaciones dentro de un plazo establecido; transcurrido ese plazo, el tribunal colegial, si resulta evidente que la apelación es meramente dilatoria, confirme con un decreto la sentencia de primera instancia.

§ 3. Si la apelación ha sido admitida, se debe proceder del mismo modo que en la primera instancia, con las debidas adaptaciones.

§ 4. Si en el grado de apelación se aduce un nuevo capítulo por el que se pide la declaración de nulidad de un matrimonio, el tribunal de apelación puede admitirlo y juzgar acerca de él como en primera instancia.

Can. 1681. Si se ha pronunciado una sentencia ejecutiva, se puede recurrir en cualquier momento al tribunal de tercer grado para la nueva proposición de la causa conforme al can. 1644, aduciendo nuevas y graves pruebas y razones, dentro del término perentorio de treinta días desde la impugnación.

Can. 1682 § 1. Después que la sentencia que declaró la nulidad del matrimonio se hizo ejecutiva, las partes cuyo matrimonio ha sido declarado nulo pueden contraer nuevas nupcias, a no ser que esto se prohíba por un veto incluido en la misma sentencia, o establecido por el Ordinario de lugar.

§ 2. En cuanto la sentencia se haya hecho ejecutiva, el Vicario judicial debe notificarla al Ordinario del lugar en el que se celebró el matrimonio. Y éste debe cuidar de que se anoten cuanto antes en el libro de matrimonios y en el de bautismos la nulidad que se ha declarado y las prohibiciones que quizá se hayan añadido.

Art. 5 – Del proceso matrimonial más breve ante el Obispo

Can. 1683. Al mismo Obispo compete juzgar las causas de nulidad cada vez que:

1° la petición haya sido propuesta por ambos cónyuges o por uno de ellos, con el consentimiento del otro;

2° concurran circunstancias de las personas y de los hechos, sostenidas por testimonios o documentos, que no requieran una investigación o una instrucción más precisa, y hagan manifiesta la nulidad.

Can. 1684. El escrito de demanda con el que se introduce el proceso más breve, además de los elementos enumerados en el can. 1504, debe: 1° exponer brevemente, en forma integral y clara, los hechos en los que se funda la petición; 2° indicar las pruebas que puedan ser inmediatamente recogidas por el juez; 3° exhibir como adjuntos los documentos en los que se funda la petición.

Can. 1685. El Vicario judicial, con el mismo decreto con el que determina la fórmula de dudas, nombre el instructor y el asesor, y cite para la sesión, que deberá celebrarse conforme el can. 1686, no más allá de treinta días, a todos aquellos que deben participar.

Can. 1686. El instructor, en la medida de lo posible, recoja las pruebas en una sola sesión, y fije el término de quince días para la presentación de las observaciones en favor del vínculo y de las defensas de las partes, si las hay.

Can. 1687 § 1. Recibidas las actas, el Obispo diocesano, consultando al instructor y al asesor, examinadas las observaciones del defensor del vínculo y, si existen, las defensas de las partes, si alcanza la certeza moral sobre la nulidad del matrimonio, dé la sentencia. En caso contrario, remita la causa al proceso ordinario.

§ 2. El texto integral de la sentencia, con la motivación, debe notificarse a las partes lo antes posible.

§ 3. Contra la sentencia del Obispo se da apelación al Metropolitano o a la Rota Romana; si la sentencia fue dada por el Metropolitano, se da apelación al sufragáneo más antiguo; y contra la sentencia de otro Obispo que no tiene otra autoridad superior debajo del Romano Pontífice, se da apelación al Obispo por él designado establemente.

§ 4. Si resulta evidente que la apelación es meramente dilatoria, el Metropolitano o el Obispo mencionado en el § 3, o el Decano de la Rota Romana, la rechazará por decretodesde el primer momento; si en cambio se admite la apelación, se envíe la causa al examen ordinario en el segundo grado.

Art. 6 – Del proceso documental

Can. 1688. Una vez recibida la petición hecha conforme al can. 1676, el Obispo diocesano, o el Vicario judicial o el juez designado, puede declarar mediante sentencia la nulidad de un matrimonio, omitiendo las solemnidades del proceso ordinario, pero citando a las partes y con intervención del defensor del vínculo, si por un documento al que no pueda oponerse ninguna objeción ni excepción consta con certeza la existencia de un impedimento dirimente o el defecto de forma legítima, con tal de que conste con igual certeza que no se concedió dispensa, o que el procurador carece de mandato válido.

Can. 1689 § 1. Si el defensor del vínculo considera prudentemente que los vicios señalados en el can. 1688 o la falta de dispensa no son ciertos, debe apelar contra esta declaración al juez de segunda instancia, a quien se han de remitir los autos advirtiéndole por escrito que se trata de un proceso documental.

§ 2. La parte que se considere perjudicada conserva intacto el derecho a apelar.

Can. 1690. El juez de segunda instancia, con intervención del defensor del vínculo y habiendo oído a las partes, decidirá de la manera indicada en el can. 1688 si la sentencia debe confirmarse o más bien se debe proceder en la causa según el trámite legal ordinario; y, en ese caso, la remitirá al tribunal de primera instancia.

Art. 7 – Normas generales

Can. 1691 § 1. En la sentencia se ha de amonestar a las partes sobre las obligaciones morales o incluso civiles que acaso pesan sobre ellas respecto a la otra parte y a la prole, por lo que se refiere al sustento y a la educación.

§ 2. Las causas de declaración de nulidad de matrimonio no pueden tramitarse por el proceso contencioso oral del que se trata en los cánones 1656-1670.

§ 3. En las demás cosas que se refieren al procedimiento, si no lo impide la naturaleza del asunto, aplíquense los cánones sobre los juicios en general y sobre el juicio contencioso ordinario, cumpliendo las normas especiales para las causas acerca del estado de las personas y para aquellas que se refieren al bien público.

La disposición del can. 1679 se aplicará a las sentencias declarativas de la nulidad del matrimonio publicadas a partir del día en que este Motu proprio entrará en vigor.

Al presente documento se unen reglas de procedimiento, que he considerado necesarias para la correcta y esmerada aplicación de la ley renovada, que debe observarse diligentemente, para la tutela del bien de los fieles.

Por lo tanto, lo que ha sido por mí decretado con estas letras dadas Motu proprio, mando que sea válido y firme, sin que obste cosa alguna en contra, aunque sea digna de mención especialísima.

Encomiendo con confianza a la intercesión de la gloriosa y bendita siempre Virgen María, Madre de misericordia, y de los santos Apóstoles Pedro y Pablo la diligente ejecución del nuevo proceso matrimonial.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 15 de agosto, en la Asunción de la Bienaventurada Virgen María del año 2015, tercero de mi pontificado.

Francisco

 

Reglas de procedimiento para tratar las causas de nulidad de matrimonio

La III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada en el mes de octubre de 2014, constató la dificultad de los fieles para llegar a los tribunales de la Iglesia. Puesto que el Obispo, como el buen Pastor, está obligado a ir al encuentro de sus fieles que tienen necesidad de un especial cuidado pastoral, junto con las normas detalladas para la aplicación del proceso matrimonial, ha parecido oportuno, dando por cierta la colaboración del Sucesor de Pedro y de los Obispos en la difusión del conocimiento de la ley, ofrecer algunos instrumentos a fin de que la tarea de los tribunales pueda responder a la exigencia de los fieles, que piden la verificación de la verdad sobre la existencia o no del vínculo de su matrimonio fallido.

Art. 1. El Obispo en virtud del can. 383 § 1 está obligado a acompañar con ánimo apostólico a los cónyuges separados o divorciados, que por su condición de vida hayan eventualmente abandonado la práctica religiosa. Por lo tanto comparte con los párrocos (cf. can. 529 § 1) la solicitud pastoral hacia estos fieles en dificultad.

Art. 2. La investigación prejudicial o pastoral, que acoge en las estructuras parroquiales o diocesanas los fieles separados o divorciados que dudan sobre la validez del propio matrimonio o están convencidos de su nulidad, se orienta a conocer su condición y a recoger elementos útiles para la eventual celebración del proceso judicial, ordinario o más breve. Esta investigación se realizará en el ámbito de la pastoral matrimonial diocesana unitaria.

Art. 3. La misma investigación será confiada por el Ordinario de lugar a personas consideradas idóneas, dotadas de competencias no sólo exclusivamente jurídico-canónicas. Entre ellas están en primer lugar el párroco propio o el que ha preparado a los cónyuges para la celebración de las nupcias. Este oficio de consulta puede ser confiado también a otros clérigos, consagrados o laicos aprobados por el Ordinario de lugar.

La diócesis, o diversas diócesis juntas conforme a los actuales agrupaciones, pueden constituir una estructura estable a través de la cual proveer a este servicio, y si fuera el caso, redactar un Vademecum que presente los elementos esenciales para el más adecuado desarrollo de la investigación.

Art. 4. La investigación pastoral recoge los elementos para la eventual introducción de la causa por parte de los cónyuges o de su patrono ante el tribunal competente. Se debe indagar si las partes están de acuerdo en pedir la nulidad.

Art. 5. Reunidos todos los elementos, la investigación se concluye con la demanda que se deberá presentar, si fuera el caso, al tribunal competente.

Art. 6. Teniendo en cuenta que el Código de Derecho Canónico debe aplicarse bajo todos los aspectos, salvadas las normas especiales, también a los procesos matrimoniales, conforme al can. 1691 § 3, las presentes reglas no pretenden exponer minuciosamente el conjunto de todo el proceso, sino sobre todo aclarar las principales innovaciones legislativas y, donde sea necesario, integrarlas.

Título I – Del fuero competente y de los tribunales

Art. 7 § 1. Los títulos de competencia de los que trata el can. 1672 son equivalentes, salvado en cuanto sea posible el principio de la proximidad entre el juez y las partes.

§ 2. Por otra parte, mediante la cooperación entre los tribunales conforme al can. 1418, se asegure que cualquiera, parte o testigo, pueda participar del proceso con el mínimo gasto.

Art. 8 § 1. En las diócesis que no tienen un tribunal propio, el Obispo debe preocuparse de formar cuanto antes, mediante cursos de formación permanente y continua, promovidos por las diócesis o sus agrupaciones y por la Sede Apostólica en comunión de objetivos, personas que puedan prestar su trabajo en el tribunal que ha de constituirse para las causas de nulidad.

§ 2. El Obispo puede desistir del tribunal interdiocesano constituido conforme al can. 1423.

Título II – Del derecho de impugnar el matrimonio

Art. 9. Cuando un cónyuge fallece durante el proceso, si la causa aún no hubiera concluido, la instancia se suspende hasta que solicite su reanudación el otro cónyuge u otro interesado; en este caso, habrá de probarse el legítimo interés.

Título III – De la introducción e instrucción de la causa

Art. 10. El juez puede admitir una petición oral cuando la parte tenga un impedimento para presentarla por escrito; sin embargo el juez mandará al notario que levante el acta, que debe ser leída a la parte y aprobada por ella, y que sustituye al escrito de la parte a todos los efectos jurídicos.

Art. 11 § 1. El escrito de demanda debe presentarse al tribunal diocesano o al tribunal interdiocesano que ha sido elegido conforme al can. 1673 § 2.

§ 2. Se considera que no se opone a la demanda la parte demandada que se remite a la justicia del tribunal o, citada en el modo debido una segunda vez, no da ninguna respuesta.

Título IV – De la sentencia, sus impugnaciones y su ejecución

Art. 12. Para la certeza moral necesaria conforme a derecho no basta el peso prevalente de las pruebas y de los indicios, sino que se requiere también que se excluya cualquier prudente duda positiva de error, tanto en cuanto al derecho como en cuanto a los hechos, aunque no quede eliminada la mera posibilidad de lo contrario.

Art. 13. Si una parte hubiera declarado expresamente que rechaza cualquier notificación relativa a la causa, se entiende que renuncia a la facultad de obtener una copia de la sentencia. En tal caso se le puede notificar la parte dispositiva de la sentencia.

Título V – Del proceso matrimonial más breve ante el Obispo

Art. 14 § 1. Entre las circunstancias que pueden permitir tratar la causa de nulidad del matrimonio a través del proceso más breve según los cánones 1683-1687, se cuentan por ejemplo: la falta de fe que puede generar la simulación del consentimiento o el error que determina la voluntad, la brevedad de la convivencia conyugal, el aborto procurado para impedir la procreación, la obstinada permanencia en una relación extra conyugal al momento de las nupcias o en un tiempo inmediatamente sucesivo, la ocultación dolosa de la esterilidad o de una grave enfermedad contagiosa o de hijos nacidos en una relación precedente o de un encarcelamiento, un motivo para casarse totalmente extraño a la vida conyugal o consistente en el embarazo imprevisto de la mujer, la violencia física ejercida para arrancar el consentimiento, la falta de uso de razón comprobada por documentos médicos, etc.

§ 2. Entre los documentos que sustentan la demanda están todos los documentos médicos que pueden hacer inútil adquirir una pericia de oficio.

Art. 15. Si fue presentado el escrito de demanda para introducir un proceso ordinario, pero el Vicario judicial considera que la causa puede ser tratada con el proceso más breve, al notificar la petición conforme al can. 1676 § 1, invite a la parte que no lo haya firmado a comunicar al tribunal si quiere asociarse al pedido presentado y participar en el proceso. Él, cada vez que sea necesario, invite a la parte o a las partes que han firmado el escrito de demanda a completarlo conforme al can. 1684.

Art. 16. El Vicario judicial puede designarse a sí mismo como instructor; pero en cuanto sea posible nombre un instructor de la diócesis de origen de la causa.

Art. 17. En la citación que debe emitirse conforme al can. 1685, se informa a las partes que, al menos tres días antes de la sesión de instrucción, pueden presentar los puntos sobre los que se pide el interrogatorio de las partes o de los testigos, si estos no hubieran sido adjuntados al escrito de demanda.

Art. 18 § 1. Las partes y sus abogados pueden asistir al examen de las otras partes y testigos, a menos que el instructor considere que, por las circunstancias del asunto y de las personas, se deba proceder diversamente.

§ 2. Las respuestas de las partes y de los testigos deben ser redactadas por escrito por el notario, pero sumariamente y sólo en lo que se refiere a la sustancia del matrimonio controvertido.

Art. 19. Si la causa es instruida en un tribunal interdiocesano, el Obispo que debe pronunciar la sentencia es el del lugar en base al cual se establece la competencia conforme al can. 1672. Si fueran más de uno, se observe en cuanto sea posible el principio de la proximidad entre las partes y el juez.

Art. 20 § 1. El Obispo diocesano establezca, según su prudencia, el modo con el que pronunciar la sentencia.

§ 2. La sentencia, siempre firmada por el Obispo junto con el notario, exponga en manera breve y ordenada los motivos de la decisión y ordinariamente sea notificada a las partes dentro del plazo de un mes desde el día de la decisión.

Título VI – Del proceso documental

Art. 21. El Obispo diocesano y el Vicario judicial competentes se determinan conforme al can. 1672.

[1] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen Gentium, n. 27.

[2] Cf. Código de Derecho Canónico, can. 1752.

 

[3] Cf. Pablo VI, Discurso a los participantes en el II Congreso Internacional de Derecho Canónico, 17 septiembre 1973: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (23 septiembre 1973), p. 8.

[4] Cf. Relatio Synodi, n. 48.

[5] Cf. Exhor. ap. Evangelii gaudium, n. 27: AAS 105 (2013), 1031.

 

 

Fuente: Vatican.va

#Invitación - Pesebre: Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo

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Teniendo clara esa perspectiva, la Parroquia de Cristo Rey pone a disposición de feligreses católicos, una maravillosa representación artística y con figuras denominada Pesebre – Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, para convocar y congregar a su comunidad, y a las de otras circunscripciones, alrededor de una noble causa social: impulsar el funcionamiento de la Fundación Casa del Sacerdote Mayor, organización de la Arquidiócesis de Bogotá que propende por “ofrecer el servicio de residencia para los sacerdotes inscritos en la Caja de Auxilios para el Clero de la Arquidiócesis de Bogotá que sean mayores, y para aquellos que, por enfermedad o cansancio, se encuentran en una condición de debilidad”. 

Esta novedosa y singular exposición estará abierta para que sea apreciada por el público desde el 6 de marzo hasta el 21 de abril de 2019, en horario de 10 de la mañana hasta las 6 de la tarde en el auditorio Benedicto XVI de la Parroquia, ubicado en la Transversal 17 A No. 97−39. 

Con el objetivo de cumplir con el loable fin, un grupo de laicas que conforman la organización Ayúdame a Ayudar, presentó a la Parroquia esta iniciativa, recibiendo de ésta el apoyo irrestricto a esas buenas intenciones que contribuyen a impulsar diversas obras sociales.

El ingreso para apreciar esta hermosa representación será con una contribución de $20.000 por persona, excepto para las instituciones que asistan con un grupo mayor a 10 personas, las cuales podrán ingresar con una contribución de $10.000 cada una. Los colegios podrán hacer una contribución de $5.000 por cada niño que asista, siempre y cuando también sean grupos mayores a 10.

La invitación es a que vivan una experiencia inolvidable de la mano de sacerdotes y laicos, quienes ponen a su disposición una forma novedosa de celebrar el tiempo de Cuaresma y comprenden que la mejor forma de entender, reflexionar y sentir un momento importante como este, es a través de las imágenes, los relatos, los sonidos y la descripción de momentos representativos de la vida de nuestro Señor Jesucristo.

¡Los esperamos!

Mayores informes: Despacho parroquial, Tel. 257- 91- 44