Hoy, Señor, al amanecer te damos gracias por todo lo que recibimos y recibiremos. Gracias por la vida, por darnos alegría y llenar nuestros corazones de esperanza en esta jornada que estamos iniciando. El primer regalo que nos das es la vida y el segundo regalo será el amor para compartir con nuestros hermanos.
Gracias, Señor, por darnos la ocasión de poder amar y servir. Nuestra oración de hoy, en María nuestra Madre, se transforma en un mandamiento nuevo de contemplación, de quietud y silencio, de bendición y gloria a Ti que haces maravillas en favor de nosotros.
En este tercer día de nuestro caminar a tu encuentro, ayúdanos a ser obedientes y a confiar plenamente en Ti. Hoy resaltamos el ejemplo y testimonio de vida de san José, que hizo lo que el ángel le había ordenado, que acogió a la Virgen y juntos esperaron tu llegada, José nos enseñe a seguir el camino confiando en Dios y aceptando que se haga en nosotros tu voluntad. En la humildad, en el silencio, la sencillez y la obediencia de San José, caminamos a tu encuentro y sentimos el gozo y la alegría de tu presencia en medio de nosotros.
Bendícenos, guárdanos y protégenos para seguir llenando nuestros corazones de esperanza. Amén.
Feliz y santificado jueves vocacional y tercer día de novena.
Palabra del Papa
También san José tuvo la tentación de dejar a María cuando descubrió que estaba embarazada; pero intervino el ángel del Señor que le reveló el diseño de Dios y su misión de padre putativo; y José, hombre justo, «tomó consigo a su esposa» y se convirtió en el padre de la familia de Nazaret. Toda familia necesita al padre. Hoy nos detenemos sobre el valor de este rol, y quisiera iniciar por algunas expresiones que se encuentran en el Libro de los Proverbios, palabras que un padre dirige al propio hijo y dice así: «Hijo mío, si tu corazón es sabio, también se alegrará mi corazón: mis entrañas se regocijarán, cuando tus labios hablen con rectitud». No se podría expresar mejor el orgullo y la conmoción de un padre que reconoce haber transmitido al hijo lo que cuenta de verdad en la vida, o sea, un corazón sabio… «Ahora, continúa el padre, cuando veo que tú tratas de ser así con tus hijos, y con todos, me conmuevo. Soy feliz de ser tu padre». Y así, es lo que dice un padre sabio, un padre maduro. (Audiencia S.S. Francisco, 4 de febrero de 2015).
Oración
Señor Jesús, al meditar en tu concepción por obra del espíritu santo, te pedimos la gracia de aceptar los misterios de nuestra fe con un corazón humilde y abierto, como lo hizo José. Ayúdanos a no temer lo que no entendemos completamente, sino a confiar en tu plan perfecto.
Concédenos la valentía de José para actuar rectamente y la fe para recibirte en nuestras vidas, preparándonos para tu venida en esta Navidad. Amén.
Reflexión del Evangelio fue escrita por, P. Luis Alberto Tirado Becerril, misionero del Espíritu Santo
Cristo vino al mundo de la siguiente manera. Dios es todopoderoso y eso significa que puede hacer lo que quiere, cuando quiere y como lo quiere. Sin embargo, Él es todo amor y bondad, de tal suerte que todo lo que hace, lo hace amando, porque ama y para amar. De ahí que Dios sea Trino, tres Personas distintas en la unidad de un amor eterno e indisoluble. Dios es comunidad. El Padre ama a su Hijo por el Espíritu Santo y el Hijo recibe el amor del Padre y lo ama a través del Espíritu que es el amor mismo de Dios.
El verdadero amor es siempre fecundo, siempre abierto a la vida, he ahí la razón de la creación misma. Dios por amor ha creado y Dios ama a su creación, y por encima de todo, a las creaturas angélicas y al ser humano y, porque nos ama, nos hace partícipes de su obra y de su amor.
Dios en la persona de Cristo, podía venir al mundo solo, no necesitaba de nadie para hacerlo, pudo haberse hecho hombre sin colaboración alguna, sin hacer partícipe a nadie: ni a una madre, ni a un padre adoptivo; pudo hacerlo sin los ángeles y sin los pastores, simplemente como un designio de su voluntad. Pero, por su propia naturaleza, a Dios nunca le gusta actuar solo. Siempre actúa en la unidad del Padre y del Hijo, por el Espíritu Santo y siempre invita a sus creaturas conscientes a participar de su acción salvadora.
No tenía que invitar a María para ser la Virgen Madre del Emmanuel prometido, ni tenía que haber invitado a san José para proteger al Niño y a María, pues sus ángeles podían proteger muy bien a la Madre del Verbo Encarnado e incluso el Padre mismo podía protegerla solo y sin ayuda de nadie. Tampoco tenía que enviar ángeles ni a María ni a José y, sin embargo, lo hizo.
Dios puede hablarte a ti directamente, y en ocasiones lo hace, y puede enviar ángeles a hablar en su nombre y, estoy seguro, que también lo ha hecho para hablar contigo. De la misma manera, ha enviado a cientos, sino es que miles de personas para comunicarte sus designios, al igual que te llama para ser suyo y te envía también a ti para que seas mediador de la gracia, para que seas colaborador en su obra de salvación, para que lleves contigo al Verbo y lo comuniques a tus ambientes y en tu mundo.
A través de la Iglesia, como lo hizo a través de Santa María, de san José y de los santos ángeles hace dos mil años, el Señor de la historia se te revela, te habla el corazón, cumple sus promesas, y te hace colaborador de su obra de salvación, porque te ama, porque confía en ti y porque quiere hacerte canal de su gracia y de su amor.
No tengas miedo y únete al maravilloso plan de Dios, no tengas miedo y como san José y Santa María, ten listo tu sí para todo lo que te pida Dios, pero, entrénate desde ahora, para que, diciendo sí en lo cotidiano, puedas decirle sí en los grandes momentos de tu historia.
Pregunta:
¿Qué me enseña el silencio obediente de san José sobre mi propia fe?
Cita bíblica del día.
"Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,14).

