Está terminando la semana y nos disponemos a nuestro descanso, dándote gracias por todo lo que nos regalaste, especialmente la vida, el amor, la familia y nuestro trabajo. Permítenos compartir en familia, en unidad y fraternidad estos momentos de descanso que nos ayudarán a reparar fuerzas para emprender nuevos caminos.
Danos la gracia de amarte como Tú nos amas y de hacernos pequeños en nuestros corazones para ser grandes en tu amor. Tú amas todo lo que es pequeño y humilde. Igual como busca el niño refugio en los brazos de sus padres, que así también nosotros coloquemos nuestra fuerza y madurez en permitirte que nos cargues en tus brazos. Enséñanos, por medio del ejemplo de los niños a no alardear de nada que tengamos o de cualquier cosa que hayamos hecho, sino a ser siempre receptivos y abiertos a tu gracia. Porque tú eres nuestra grandeza y nuestra riqueza. Que te aceptemos con corazón de niño, confiando en ti y en tu amor, admirándote por todas las pequeñas y grandes maravillas que haces en medio de nosotros; amándote a Ti y al Padre celestial con sencillo corazón y grande amor de hijos. Danos la capacidad de ser espontáneos en servicio, inocentes en misericordia y bondad y alegres en el amor. Regálanos la mirada tierna de los niños y bendícenos como los bendecías a ellos. Amén
Un muy feliz, santo y prolongado fin de semana compartido en familia.
Palabra del Papa
Cada niño marginado, abandonado, que vive en la calle mendigando y con todo tipo de expedientes, sin escuela, sin atenciones médicas, es un grito que se eleva a Dios y que acusa al sistema que nosotros adultos hemos construido. Y, lamentablemente, estos niños son presa de los delincuentes, que los explotan para vergonzosos tráficos o comercios, o adiestrándolos para la guerra y la violencia. Pero también en los países así llamados ricos muchos niños viven dramas que los marcan de modo significativo, a causa de la crisis de la familia, de los vacíos educativos y de condiciones de vida a veces inhumanas. En cada caso son infancias violadas en el cuerpo y en el alma. ¡Pero a ninguno de estos niños los olvida el Padre que está en los cielos! ¡Ninguna de sus lágrimas se pierde! Como tampoco se pierde nuestra responsabilidad, la responsabilidad social de las personas, de cada uno de nosotros, y de los países. (Catequesis de S.S. Francisco, 8 de abril de 2015).
Oración preparatoria
Señor, que quisiste que los niños se acercaran a Ti, haz que mi corazón esté ansioso de Ti, como dijo san Agustín: "Nos hiciste Señor, para Ti; y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti".