Pasar al contenido principal

17-ago.-2025, domingo de la 20.ª semana del T. O.

La palabra de Cristo es poderosa: no tiene el poder del mundo, sino el de Dios, que es fuerte en la humildad, también en la debilidad.

Alegre mañana en la que te damos gracias por nuestro reparador sueño y la tranquila noche que nos has regalado. Despertamos a un nuevo día dedicado a Ti. Gracias por la semana que hemos culminado, porque hemos tenido muchísimos momentos de alegría y pocos desencantos. 

Ahora, Señor, regálanos tu palabra para saber que hemos de hacer según tu voluntad y la del Padre celestial. Hoy nos preguntamos: ¿Dónde está el fuego de nuestro amor y de nuestra fe? Tú viniste para traernos tu fuego: Enciende en nosotros el fuego de una fe valiente. De un amor intenso que se entregue generosamente a ti y a nuestros hermanos. Que ese mismo fuego nos despierte de nuestra indiferencia y de nuestros temores.

Perdónanos, Señor las ocasiones negativas porque hemos sido tibios.

Danos valor para vivir profundamente nuestra fe, para amar sin vacilaciones. Concede el fuego de tu fortaleza a todos los que tienen que pasar por el fuego del fracaso, de la discriminación y del sufrimiento, y líbralos del desánimo y desaliento. Ayúdanos a encender de nuevo tu fuego en aquellos hermanos cuya fe se ha tibiado o extinguido, y en los que han perdido el camino que conduce a ti, y que te reconozcamos y te sirvamos en nuestros hermanos especialmente en los más pobres y marginados. Que nuestros corazones ardan con tu amor como los discípulos de Emaús, escuchando tu palabra. Que la paz que Tú nos regalas esté siempre en nosotros, en nuestros corazones y con nuestros hermanos para que caminemos juntos al calor de tu fuego esperanzador y reconciliador. Amén 

Un muy feliz y reparador descanso. Seamos pirómanos espirituales en amor, servicio y entrega generosa.

ORACIÓN 

Señor Jesús, también hoy nosotros queremos reconocer tu AMOR y tu PAZ en nuestra historia. Danos la gracia de reconocerte en cada una de las situaciones que vivimos y ayúdanos a encontrar la paz que necesitamos en nuestra vida. Señor tómame como instrumento para ser fuego para los demás, y poder encender el amor en ellos. Amén

Meditación del Papa Francisco

La palabra del Señor, ayer como hoy, provoca siempre una división: la Palabra de Dios divide, ¡siempre! Provoca una división entre quien la acoge y quien la rechaza. A veces también en nuestro corazón se enciende un contraste interior; esto sucede cuando advertimos la fascinación, la belleza y la verdad de las palabras de Jesús, pero al mismo tiempo las rechazamos porque nos cuestionan, nos ponen en dificultad y nos cuesta demasiado observarlas.

Hoy he venido a Nápoles para proclamar juntamente con vosotros: ¡Jesús es el Señor! Pero no quiero decirlo sólo yo: quiero escucharlo de vosotros, de todos, ahora, todos juntos “¡Jesús es el Señor!”, otra vez “¡Jesús es el Señor!”. Nadie habla como Él. Sólo Él tiene palabras de misericordia que pueden curar las heridas de nuestro corazón. Sólo Él tiene palabras de vida eterna. La palabra de Cristo es poderosa: no tiene el poder del mundo, sino el de Dios, que es fuerte en la humildad, también en la debilidad. Su poder es el del amor: este es el poder de la Palabra de Dios. Un amor que no conoce confines, un amor que nos hace amar a los demás antes que a nosotros mismos. (Homilía de S.S. Francisco, 21 de marzo de 2015).

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.