En tu santo nombre abrimos los ojos y contemplamos un nuevo, radiante y esperanzador amanecer para inspirarnos en tu oración de agradecimiento. Gracias por la vida, la salud, el bienestar, nuestras familias y las personas que encontremos en nuestro diario vivir.
Señor, Tú te inclinaste, te rebajaste hacia nosotros y tienes preferencia por los niños y los humildes. Danos un corazón de niño para que seamos sencillos, humildes y receptivos, confiados y capaces de creer en tu palabra; para que con tu sabiduría nos ayudes a ser sabios y vayamos creciendo cada vez más en tu amor. Que tu palabra sea miel esperanzadora en nuestro paladar y manjar exquisito para que la hagamos degustar a los demás; para que, con corazón de niños, vivamos la alegría de ser tus discípulos, haciéndonos pequeños en el servicio y grandes de corazón. Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos. Ojalá, Señor, nos dejemos encontrar como la oveja perdida.
Feliz y bendecido martes. Vayamos a nuestras labores y como niños practiquemos la caridad y la solidaridad. Abrazos y bendiciones abundantes.
